El marketing de las ciudades
Estrategias de venta en Lisboa: la sardina portuguesa
En verano, Lisboa ‘se viste’ de sardina.
Es la época en la que más sardina se come.
En patios particulares, en terrazas de bares, en verbenas populares…
En todas partes.
A esa realidad gastronómica se ha añadido en los últimos años otra circunstancia relacionada con esta delicia del mar (antaño considerada el alimento de los pobres).
A raíz del boom turístico de la última década, la sardina se ha convertido en icono de Lisboa.
Y en una especie de mascota en todo el país.
La sardina de Portugal ya es más famosa que el ‘Gallo de Barcelos’, con su cresta roja y su cuerpo negro decorado con vistosos colores.
En Lisboa las sardinas lo invaden todo.
Pueden ser grandes, pequeñas, de cerámica, de metal, de corcho, de tela, solas o en lata…
Son el nuevo símbolo de la capital portuguesa.
Son un reclamo publicitario y tiene toda la pinta de dejar suculentos beneficios.
La tienda ‘O Mundo Fantástico da Sardinha Portuguesa’ está, como mínimo, en la emblemática Plaza del Rossio y en el aeropuerto.
Siempre atrae gente gracias a la decoración de sus locales, con miles de latas de sardinas y con su estética circense.
Es un marketing quizá facilón, pero atractivo (entra por los ojos y por el estómago).
Y, desde luego, funciona.
Como muchas otras ciudades, Lisboa ‘abraza’ aquello que puede resultar seductor para los turistas.
Las ciudades más turísticas de España (Barcelona, Madrid, Málaga, etc.) están plagadas de tiendas de souvenirs -menos atractivas que los establecimientos lisboetas dedicados a la sardina- y venden sin parar.
Resumiendo, las ciudades también tienen el equivalente a una ‘marca personal’….
Y también venden sus encantos como pueden.
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