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Hitchock, más allá del suspense

He podido disfrutar de la exposición “Hitchcock, más allá del suspense”, en la Fundación Telefónica de Madrid. La exposición recorre la obra y la vida del cineasta inglés. Alfred Hitchcock (1899-1980) fue el maestro del cine de suspense, pero su obra va más allá de los estereotipos del género. Varias décadas después de su muerte, su figura sigue siendo difícil de clasificar. En su biografía hay luces y sombras -su misoginia y el trato a algunas actrices, Tippi Hedren, en particular-, pero está considerado como uno de los grandes creadores del siglo XX.

Hitchcock más allá del suspense foto EdM

Hitchcock estrenó sus primeras películas a finales de los años 20 y durante los años 30 dirigió alguna de las más apreciadas, como “El hombre que sabía demasiado” o “39 escalones”. No obstante, el reconocimiento universal no le llegó hasta la década de 1950, durante su etapa americana, cuando se le valoró definitivamente como un autor con mayúsculas, con un estilo propio e intransferible. El respaldo de la influyente crítica francesa y la entrevista que le hizo François Truffaut fueron determinantes al respecto. Desde entonces, las interpretaciones sobre su obra no dejaron de sucederse: precursor del cine no narrativo, realizador de historias centradas en lo psicológico, retratista de las distintas épocas en las que vivió…

El director desarrolló una manera particular de contar historias. Desde muy pronto, Hitchcock se percató de que lo visual y las respuestas emocionales del público eran fundamentales. Creía firmemente que todo aquello que pudiera contarse con imágenes no debía contarse con palabras, “bebiendo” así del “lenguaje” del cine mudo anterior a 1927, sobre todo del expresionista alemán. Como los surrealistas y los fotógrafos de los años 20, Hitchcock recurría constantemente al uso del detalle y a imágenes de alto impacto. Películas como “La ventana indiscreta”, “Vértigo” o “Psicosis” desprenden fascinación visual. Y la potencia de sus imágenes las han convertido en verdaderos iconos modernos.

Hitchcock se convirtió en un revolucionario del séptimo arte, con sus guiones, sus malabarismos de cámara y su capacidad de manipular al espectador jugando con el suspense. Pero, ¡ojo!, detrás del suspense y de todos sus artefactos creativos y técnicos (incluido el célebre Mac Guffin), lo que realmente narra la obra de Hitchcock es el laberíntico mundo de las pasiones humanas, el amor, las crisis vitales, la culpabilidad, la redención y la falsedad de las apariencias. Ni más, ni menos. Todo ello contado con mucho sentido del ritmo y con grandes dosis de cine.

La exposición presenta algunas de las claves del estilo del director londinense: su dominio del lenguaje artístico y del cine de vanguardia; su habilidad para rodearse de grandes colaboradores – actores y actrices, pero también técnicos, diseñadores, guionistas, etc-; el papel fundamental en sus obras de los personajes femeninos y de las complejas relaciones entre los dos sexos o el reflejo del tiempo y atmósfera de cada época en la que transcurren sus historias. El peculiar estilo de sir Alfred Hitchcock se caracterizó por algo inusual en la industria cinematográfica del momento: creía -y así lo demostró- que el director debía controlar todas las etapas del proceso: desde la elección del argumento hasta la promoción de la película. Por cierto, su atracción por la comunicación se hizo patente desde sus comienzos, cuando creó una sociedad que tenía como única tarea el dar a conocer a la prensa noticias referentes a sí mismo. Eso sí, el culmen del marketing hitchcockiano fue, sin duda, algo tan inhabitual hasta entonces como la insistencia en recurrir a su propia figura como icono…

Hitchcock controló férreamente cada detalle de sus obras. Pero se rodeó de colaboradores con talento y se permitió confiar en ellos… ¡Hasta cierto punto! Por algo, el escritor Dan Aulier decía que Hitchcock daba a sus guionistas “libertad para hacer una película de Hitchcock” …

Más allá del suspense…, he descubierto que la forma de entender el cine de Hitchcock se relaciona con el Management. El cineasta británico decía: “Sin duda, lo más importante de una película es el guion. Puede que lleguemos a ver una mala película realizada a partir de un buen guion, pero jamás veremos una buena película realizada a partir de un mal guion”. ¡Pasa exactamente lo mismo con la gestión empresarial! Puede que lleguemos a tener malos resultados, aunque hayamos definido perfectamente la estrategia, pero difícilmente llegaremos al éxito a partir de una mala estrategia. Como le oí decir una vez a un directivo: la estrategia sin ejecución es una ensoñación y la ejecución sin estrategia, una pesadilla.

Ya sabéis, tanto si os gusta el cine y la creación artística como si “simplemente” os interesa el marketing personal y el Management (el arte de gestionar y dirigir…), la exposición sobre Hitchcock está disponible hasta el 5 de febrero de 2017.

Las 3 vocales del Management

El Management es el arte de dirigir organizaciones y personas. Y en el Management hay 3 vocales clave. ¡Descubre cuáles son!

Con las «las 3 vocales del Management» inauguramos la sección Tips de Management, que viene a ser un video-blog a través del cual, lanzaremos, de forma sintética, consejos sobre gestión empresarial y, en algunos casos, sobre gestión del propio desarrollo personal. Serán consejos dirigidos a directivos y empleados de empresas y organizaciones de tamaños y sectores diversos.

Este primer Tip de Management es una pequeña reflexión, que pretende ser simple y amena, para darnos cuenta de la importancia que tiene en cualquier organización definir el Objetivo, diseñar la Estrategia y convertir esta en Acción. Definir objetivos es la piedra angular y el primer paso imprescindible para poder crear una estrategia. Sin objetivo no hay estrategia.

Los objetivos deben ser como los amigos, pocos pero buenos. Según se aprende en las escuelas de negocios, los objetivos deben ser “SMART”, no sólo por listos, sino también por “Specific”, “Measurable”, “Agreed”, “Realistic” y “Time limited”. Quizá entre las características “SMART” falta un componente de reto. Los objetivos deben ser realistas, es lógico, pero también ambiciosos. Si no es así, se frenarán los verdaderos avances en el desarrollo de la actividad de marketing y por ende de la organización. Consideremos un ejemplo: todos sabemos que el hombre (corporeizado en Neil Armstrong) pisó la luna por primera vez en 1969. Lo que no es tan conocido, es que aquello fue el resultado de un sueño (¿un objetivo?) del malogrado presidente norteamericano John Fitgerald Kennedy, quien, en 1961, llevó al congreso norteamericano la siguiente propuesta: “Nuestro país debe comprometerse a alcanzar, antes de que finalice ésta década, el objetivo de que el hombre pise la Luna y regrese a la Tierra”.

Los objetivos deben ser ambiciosos pero realistas, esa es una máxima importante. Tras los objetivos, toca reflexionar sobre el camino para conseguirlos. Esa hoja de ruta que tracemos será nuestra estrategia. Pero no se acaba todo ahí, la estrategia debe convertirse en Acción, por tanto, la estrategia debe desglosarse en acciones concretas.