Street food, Salvador de Bahía y marketing ‘boca-oreja’
Un caso real. De marketing boca-oreja. Y de cómo, sin #planificación y #estrategia, pero con #talento y #pasión puede nacer y triunfar un negocio.
El sueño de Suzana
Es la historia de Suzana. Y transcurre en Salvador de Bahia (Brasil), una ciudad mágica, por su doble influencia portuguesa y africana. Esta mujer humilde y fuerte vive desde hace más de 40 años en la Comunidade do Solar do Unhão, una modesta barriada que goza, eso sí, de unas vistas espectaculares sobre la Bahía de Todos-os-Santos. De joven, Suzana consiguió vencer la tartamudez y sortear vicisitudes económicas. Logró ganarse la vida lavando ropa, aunque lo que más le gustaba era cocinar, habilidad aprendida de su madre. Su sueño era ser cocinera. Y casi lo consiguió: el jefe de una obra contigua a su casa la contrató para que cocinara y sirviera a diario durante semanas el desayuno y la comida a su cuadrilla de 50 albañiles. Pero… la construcción se paralizó y Suzana no vio ni un céntimo. Fue la mayor decepción de su vida. Juró que nunca más sería cocinera.
El azar y la necesidad
Hasta que apareció fortuitamente en su vida el grupo Musas (Museu de Street Art de Salvador), un colectivo de grafiteros que recalaron en el barrio y empezaron a decorar sus muros. Hambrientos, preguntaron dónde comer algo y un vecino les mentó las habilidades culinarias de Suzana.
Los Musas se personaron en casa de Susana, una de las muchas viviendas precarias que se desparramaban por la ladera hacia el mar. Y ella, generosa y desenvuelta, se prestó encantada a darles de comer. Los grafiteros se enamoraron instantáneamente de sus platos, en particular, de la ‘moqueca de peixe’, un guiso de pescado tradicional de Bahia. Tras varias comidas, uno de los grafiteros bautizó aquel negocio espontáneo como ‘RéRestaurante Dona Suzana’. El redoble inicial (‘re’) era un guiño al tartamudeo, ahora imperceptible, de la anfitriona. Cuando Suzana vio el cartel, de quita y pon, se sintió definitivamente cocinera.
Su sueño no hacía más que empezar. Su marido, pescador, se convirtió en el proveedor oficial de la materia prima marinera. Y los Musas, simultáneamente Early Adopters y fans, se encargaron de activar el marketing, difundiendo en las redes las excelencias de aquel restaurante improvisado.
El triunfo del ‘boca-oreja’
Éxito inmediato. Empezó a acudir gente de Salvador. El ‘boca-oreja’ se disparó. Y el negocio, también. Los medios de #comunicación se hicieron eco de aquel restaurante tan genuino.
Y empezaron a acudir en tropel turistas. Primero, nacionales, de São Paulo, Río y Brasilia; después, de USA y Europa.
En resumen, un negocio fruto de un sueño, el de Suzana, pero especialmente de la combinación del azar con el talento, la autenticidad y la humildad. Y… con el ‘boca-oreja’, como gran palanca de crecimiento. Primero, de persona a persona (en inglés, Word of Mouth, abreviadamente WOM) y, posteriormente, en versión digital, con la viralización de las recomendaciones (se habla de ‘eWOM’ o ‘eWord of Mouth’). Es el sueño de cualquier negocio: que TE COMPREN, en vez de salir a VENDER.
Una aclaración lingüística: uso la expresión ‘boca-oreja’ porque la considero más correcta que la utilizada habitualmente, ’boca a boca’, que corresponde más bien a una técnica de reanimación. Probablemente, el uso tan extendido de ‘boca a boca’ al hablar de marketing se debe a confundir esa expresión con otra que sí es adecuada, que es decir que la información corre ‘de boca en boca’.
¡Gracias, #Netflix, por descubrirme esta historia en la serie sobre #StreetFood en América Latina!