Mystic Eastwood
Este mes de mayo, Clint Eastwood cumple 87 años. Repito, ochenta y siete años. ¿Pasa sus días jugando al dominó, tomando el sol en la plaza del pueblo con sus coetáneos o pescando plácidamente? No precisamente… Está trabajando en paralelo en tres nuevos proyectos que, previsiblemente, llegarán a las pantallas entre fines de 2017 y 2018: se habla de una película sobre el atentado ocurrido durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 96, otra sobre el secuestro en 2011 de una cooperante norteamericana por piratas somalíes y una tercera sobre la heroica acción de tres estadounidenses y un británico que en 2015 detuvieron a un terrorista en un tren que iba de Ámsterdam a Paris y evitaron así lo que podría haber sido una masacre.
Por tanto, el director californiano está trabajando sobre tres historias reales, como su última película, “Sully”, protagonizada por Tom Hanks: contaba el caso del piloto que en 2009 realizó un aterrizaje forzoso de su avión sobre el río Hudson. “Sully” triunfó en taquilla, pero no gozó del favor de la crítica. La última película de Eastwood que concitó el aplauso unánime de crítica y público fue Gran Torino.
Trayectoria y reconocimiento. Clint Eastwood ha dirigido más de medio centenar de películas y ha ganado dos Oscar al mejor director por “Sin perdón” y “Million Dollar Baby”. Su currículo cinematográfico se completa con cerca de 60 películas como actor y 30 como productor. A estas alturas de su vida, se han escrito decenas de libros sobre Eastwood (uno de ellos, la biografía de Patrick McGilligan, muy crítico) y centenares de reportajes y artículos. Pero no sólo eso. El director nacido en San Francisco inspira y emociona a gente de toda edad y condición, por ejemplo, a grupos musicales como Oddjob, un quinteto sueco que le dedicó un disco, “Clint”. Es una pequeña joya para los seguidores de Eastwood y para los amantes de la música, ya que revisa en clave de jazz-rock parte de las bandas sonoras de su filmografía. De hecho, según la revista “Rolling Stone”, existen 23 canciones –pop, rock, country o incluso punk- de diferentes intérpretes rindiéndole homenaje. No falta la representación española, de la mano del grupo mallorquín Antònia Font, que incluye el tema “Clint Eastwood” en su disco “Lamparetes”.
Cuando desvelo mi atracción por Clint Eastwood y por la mayoría de sus obras, descubro la fascinación que ejerce sobre gente muy variopinta. No gusta ni mucho menos sólo a hombres rudos y amantes del western o de las películas policíacas, como podía suceder en sus inicios.
Casi todo empezó en 1964, concretamente, en el desierto de Tabernas (Almería)… Allí, el todavía poco conocido actor norteamericano protagonizó “Por un puñado de dólares”, el primero de tres westerns de éxito dirigidos por un tal Sergio Leone… Como es sabido, los otros dos, también rodados en Almería y en otros lugares de España, fueron “La muerte tenía un precio” (1965) y “El bueno, el feo y el malo” (1966). Esta trilogía le lanzó al estrellato mundial. Aun así, tras sus primeros papeles individualistas y duros (el pistolero de ceño fruncido dio paso al autoritario, frío y amoral inspector de policía “Harry el sucio”), Eastwood convivió con cierta estigmatización y el encasillamiento por parte de la crítica. No obstante, en los 70 descolocó a esta última al empezar a dirigir películas a cuál más interesante. Y fue en la década de los 80 cuando mostró definitivamente al mundo su riqueza y versatilidad cinematográfica, abordando magistralmente el mundo de la música (“El aventurero de medianoche”, “Bird”), el del lejano oeste (“El Jinete Pálido”) e incluso el del propio cine (“Cazador blanco, corazón negro”). En 1985, el reconocimiento de su western “El jinete pálido” en el Festival de Cannes otorgó al cineasta californiano los primeros retazos de esa vitola de respetabilidad de la que goza ahora…
Su presencia, su imagen. Como actor, aunque no ha desplegado nunca un gran abanico de registros interpretativos, hace ya mucho tiempo que la crítica coincide en considerar que Eastwood no actúa, sino que simplemente está y que es su presencia la que produce la magia…
El conocido crítico Carlos Boyero dice: “En sus hondas y lacerantes radiografías de gente herida y perdida en la tierra de las oportunidades, en su permanente indagación del lado oscuro y de los sueños rotos, ese señor llamado Clint Eastwood, alguien que puede contar las historias más complejas y los sentimientos más intensos con la sencillez, la capacidad de sugerencia, la inquietud, el lirismo bronco y la fuerza expresiva de los clásicos, calcula con extrema lucidez la conveniencia o inconveniencia de plantar su legendaria figura delante de la cámara. Yo siempre agradezco su presencia, su humanidad, su dureza, su soterrada ternura, su peligro, su hombría. También que no sea complaciente, ni mentiroso, ni autocompasivo con el sombrío futuro de los finalmente desolados personajes que representa.”
Con el paso del tiempo, Eastwood se reveló como alguien que intentaba ser profundamente coherente consigo mismo. Tuvo que “enfrentarse” a estereotipos y cábalas sobre su ideología, y, en lugar de enzarzarse en desmentidos y justificaciones, optó por construir calladamente una de las más sólidas carreras de la historia del cine. Parece claro que a través de sus películas emprendió una inteligente, pausada y trabajada labor de deconstrucción de su primera imagen cultural, aquella que le identificaba con el prototipo del pistolero solitario o del inspector de policía fascistoide. Y así, “deconstruyendo” estereotipos y construyendo arte, llegaron en los 90 y en la primera década del siglo actual obras redondas como “Sin perdón” (1992), “Mystic River” (2003), “Million Dollar Baby” (2004) o la ya mencionada “Gran Torino” (2008).
Clint Eastwood visto desde el Management. Hoy en día, Eastwood es uno de los últimos mitos vivientes del cine. Ya no hay quien le tosa (¡ni aunque apoye a Trump!). Es un cineasta heterodoxo, que explora permanentemente nuevos territorios cinematográficos y logra en sus obras una explosiva combinación de tradición e innovación.
Eastwood tuvo desde muy pronto la ambición de controlar su carrera cinematográfica, lo cual irremisiblemente pasaba por disponer de su propia productora. Casi 50 años después de su fundación, Malpaso Productions sigue reflejando el carácter austero de Eastwood, quien insiste en gastar el mínimo dinero posible (y, por tanto, el mínimo tiempo de rodaje) y siempre en cosas necesarias.
Eastwood, ha ejercido y ejerce de actor, director y productor, lo que, empresarialmente, equivaldría a empleado, directivo y empresario. Podemos establecer un decálogo de aquellos rasgos de Clint Eastwood especialmente aplicables al Management:
- Auto-control, contención y sobriedad. Domina el arte de callar.
- Apertura, ganas de explorar nuevos territorios, asumiendo riesgos.
- Identidad y estilo propio. “Presencia escénica”.
- Atracción por la simplicidad y la “descomplicación”.
- Emprendedor, iniciativa. Capacidad de crear y profundo sentido de la libertad.
- Sentido del humor. Capacidad de observar las situaciones desde la distancia, “neutralizando” las conflictivas a través de la ironía y la socarronería.
- Voluntad de aprender y evolución constante.
- Claridad de retos y objetivos, con escrupulosa planificación y control.
- Gran capacidad de trabajo, no sólo alimentada de rigor y profesionalidad, sino también de eficacia y eficiencia.
- Pasión y compromiso.
Repasando el decálogo en cuestión, nos podemos preguntar si no nos gustaría disponer de colaboradores, compañeros o jefes que cumplieran las características descritas…
Dado que Eastwood desafía abiertamente las leyes biológicas del envejecimiento, esperemos que le quede cuerda para rato. El propio Eastwood es terminante respecto a la vejez: “Lo mejor es no tomársela en serio, eso es lo que yo hago”. Y eso parece explicar que siga trabajando a un ritmo más propio de otras edades… Como leí hace un tiempo, el gran Eastwood empezó su carrera como John Wayne y a este ritmo la acabará como John Ford…