Salvador Dalí empezó a ser conocido en la década de los 30 del s. XX.
Fue un artista vanguardista y provocador, dotado de una imaginación desbordante.
Además de su talento para la pintura – ¡su legado pictórico asciende a unos 1000 cuadros!, destacó también en literatura, escultura, cine, moda y teatro.
Dalí fue calificado de ‘artista total’, por su capacidad de extender su singular universo creativo a los ámbitos más variados.
Por ejemplo, en materia cinematográfica, colaboró como guionista en el cortometraje ‘Un perro andaluz’ de Buñuel, una obra cumbre del surrealismo.
El artista ampurdanés fue no sólo el icono del surrealismo sino también uno de los creadores más polifacéticos del siglo pasado.
Además, tuvo una vida intensa marcada por conductas excéntricas y mostró siempre un apetito descomunal por atraer la atención pública en busca de la fama.
En los años 60 era una celebridad mundial. Aparecía en la portada de las mejores revistas, lo invitaban a programas televisivos de renombre y a eventos de todo tipo.
Su inmensa fama no sólo se debió a su singular visión artística sino también a su infatigable labor promocional.
Es decir, dicho al modo de hoy en día, a la proyección continuada de su MARCA PERSONAL.
Esta se basaba en TRES FRENTES:
👉 su OBRA
👉 su VIDA
👉 su PROPIA IMAGEN
Dalí supo transformar hasta su propia imagen personal en un reclamo. Convirtió su excéntrico bigote en un característico signo de identidad, algo así como un logo vivo.
A pesar de su fama, nunca dejó de trabajar su marca personal.
Se siguió esforzando en estar en el candelero casi hasta sus últimos días.
¿Cómo?
Con extravagancias de todo tipo. Era capaz de presentarse a una charla en la Universidad de la Sorbona a bordo de un Rolls Royce repleto de coliflores.
O de obsequiar a su querida Gala como regalo de cumpleaños con un caballo blanco disecado que haría subir a su suite del hotel Ritz de Barcelona, con verdadero esfuerzo del personal del establecimiento.
Su condición de mito permitió a Dalí, a partir de cierto momento, hacer lo que le viniera en gana.
Obviamente, no a gusto de todo el mundo. Fue siendo cada vez más criticado, cosa que él siempre aprovechó.
Su marca personal estuvo indisolublemente ligada a la provocación (además de al talento y la genialidad).
Tú también deberías trabajar y cuidar tu marca personal, ligándola con tus valores y objetivos. Hasta conseguir que tu marca personal «encante» ¿Conoces el encanto de una marca personal?
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