Historia de una fotografía
Esta es la historia de una fotografía. Todo empezó en 1957, cuando un joven almeriense aficionado a la fotografía retrató con su cámara a una niña de 11 años en el quicio de la puerta de su casa-cueva en La Chanca, el barrio marginal situado bajo la Alcazaba de Almería. Carlos, así se llamaba el joven aficionado a disparar instantáneas, bautizó la foto con el nombre de ‘Niña Blanca’, “porque su ropa y la pared tenían la misma estructura, como de cal”.
Aquella foto y otras que hizo durante muchos fines de semana a otros pobladores de la Chanca para retratar su día a día, se convertirían en el símbolo del barrio, cambiando, de paso, la vida de aquel treintañero empleado de banca, para dedicarse profesionalmente a su verdadera pasión, la fotografía. El reconocimiento le llegó tarde al fotógrafo almeriense, pero en 2003 obtuvo el Premio Nacional de Fotografía.
La Fundación Mapfre de Barcelona le dedica a Carlos Pérez Siquier (¡89 años!) una gran retrospectiva con 174 fotografías de seis décadas, desde 1957 y hasta 2018, en la que destaca su pionero salto al color cuando este estaba reservado a la publicidad.
Con motivo de la inauguración de esta retrospectiva, en la crónica de ‘El País’ Pérez Siquier rememoraba cómo hizo la foto de ‘la niña blanca’ en La Chanca: “Subí como hacía cada fin de semana a fotografiar el día a día de las personas que vivían allí. Cuando pasé por delante de la niña, se colocó y posó para mí. Fue como un flechazo. Y yo que soy muy rápido le disparé una sola foto. Luego se metió a su casa sin cruzar una palabra y no volví a saber nada más de ella”.
Hace poco, más de seis décadas después de la foto que le hizo en 1957, el fotógrafo y la ‘modelo’ improvisada volvieron a encontrarse. ¿Qué provocó el encuentro? Elena, una de las hijas de la “niña blanca” descubrió la foto y contactó con el fotógrafo almeriense para pedirle una copia: quería regalársela a su madre con motivo de su cumpleaños. Ese obsequio tan especial provocó que Ángeles Hernández, así se llama la protagonista de la foto, quisiera conocer al celebrado autor de la misma. La ‘niña blanca’ reconvertida en mujer madura acudió emocionada al encuentro de un no menos emocionado Pérez Siquier y le desveló que el día de la foto, aunque su madre le dijo que se metiera en casa, ella sintió curiosidad por ser fotografiada por el ‘americano’, como llamaban los habitantes de la Chanca a aquel treintañero que se empeñaba en retratar la cotidianeidad del barrio.
Y le contó también cómo cambió su vida. Se lanzó a la aventura para irse a Mallorca a trabajar de limpiadora en un camping. Allí conoció a un inglés, que antes de regresar a su país, le prometió que volvería a por ella. Ante tamaña declaración de intenciones, la chica de la Chanca, sin apenas saber inglés, le preguntó dónde trabajaba. Cuando él le contestó que “en la bolsa”, Ángeles pensó que trabajaba de …. ¡basurero! Se casaron y se fueron a vivir a Londres, donde la joven almeriense descubrió que su flamante marido era eso que denominaban bróker…
Y aquí la vemos, fotografiada de nuevo por Pérez Siquier en el quicio de la misma puerta de la misma casa de la Chanca, sesenta y dos años después, con una bonita trayectoria a sus espaldas. De la Chanca a la City de Londres. “Nunca pude imaginar cómo esta chica que nació en este barrio tan marginal hubiera estado en tantos sitios del mundo. Es una historia preciosa”, relataba Pérez Siquier.
Efectivamente, es una bonita historia. La historia de una fotografía, que ayudó a dar identidad y fuerza a un barrio marginal y marginado. Y, también, la historia de Pérez Siquier, que transformó con éxito su pasión en profesión, y la de la ‘niña blanca’, que logró trascender sus orígenes humildes y crearse una vida plena. Una historia en la que se entremezclan talento, emociones, pasión, sentimientos, actitud, desarrollo personal y afán de superación. Esa es una de las fotos y de las historias que hay detrás de la exposición retrospectiva (hasta el 17 de mayo), sobre la obra de Pérez Siquier. ¡Merece la pena!