El difícil equilibrio del liderazgo – artículo en «Mi empresa es saludable»
He aquí una nueva colaboración en forma de artículo con Mi Empresa es Saludable sobre el apasionante mundo del liderazgo. El buen líder debe ser auténtico, coherente y… ¡equilibrista!
El difícil equilibrio del liderazgo
El liderazgo debe ser auténtico y tener un propósito verdadero. Si un directivo no tiene claro su propósito y valores, es difícil que actúe como líder.
Ser un buen jefe es muy difícil. De hecho, ser un mal jefe es mucho más sencillo que ser uno bueno. Un mal directivo incurre habitualmente en comportamientos de este tipo: no tiene objetivos claros, es prepotente, no escucha, no delega, le falta credibilidad, no comunica, se cuelga medallas ajenas, etc. Los malos jefes o directivos tóxicos están muy pero que muy extendidos. En España, según algunas encuestas, el 36% de los jefes son tóxicos. ¡El 36%!
¿Qué suele desencadenar la mayoría de comportamientos de los malos jefes? He hecho esta pregunta muchas veces en conferencias y en talleres con directivos, y la respuesta es siempre unánime: la inseguridad.
Parafraseando a W. Somerset Maugham: hay tres reglas para crear buenos líderes, pero desafortunadamente, nadie las ha encontrado todavía. No hay líderes perfectos, es por eso que los buenos líderes tratan de mejorar todo el tiempo a través del autoconocimiento, la formación, el entrenamiento, cometer errores y aprender de nuevo, etc.
Para empezar, el liderazgo debe ser auténtico. Debe tener un propósito verdadero, que nazca realmente de dentro. Si un directivo no tiene claro su propósito y sus valores y no está haciendo algo que le importe de verdad, es difícil que actúe como líder. Valga la redundancia, pero el propósito de un líder es… crear un propósito.
Hoy en día se usa y abusa del concepto de líder. Esa banalización es muy evidente en política. Los medios de comunicación otorgan generosamente la condición de líder a cualquiera que esté al frente de una formación política. Así claro, los políticos se lo creen e incluso se autoproclaman líderes. Que me perdonen, pero me temo que el 99,9% de los políticos designados alegremente como líderes por sus partidos y por los medios de comunicación no pasaría el corte de una empresa normalita.
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